domingo, 26 de febrero de 2012
París & Cortázar
jueves, 23 de febrero de 2012
Buenos Aires, 22 de febrero de 2012
Medianeras, Gustavo Taretto, 2010
En 2005 un magnífico cortometraje del director argentino Gustavo Taretto (Buenos Aires, 1965) se fijaba en un patrimonio aparentemente menor pero de enorme impacto visual en la ciudad de Buenos Aires: sus medianeras. En la película, estas fachadas secundarias eran utilizadas acertadamente como metáfora de la propia vida humana en comparación certera con la evolución y crecimiento de la ciudad.
Aunque el fenómeno es global, en el skyline (panorama urbano) de la capital federal argentina, quizá por el propio diseño de la trama urbana, las características de sus solares y su particular idiosincrasia evolutiva, lo que debería ser una excepción (las paredes medianeras no deberían mostrarse eternamente desnudas) se ha convertido en seña de identidad y parte de su paisaje.
Aquel cortometraje dio lugar a un posterior largometraje (Argentina, 2010) del mismo autor y de idéntico nombre: Medianeras. La película ha tenido importante repercusión y se ha podido ver en salas de cine de medio mundo.
Transcribimos los dos monólogos iniciales de la película que presentan a sus dos protagonistas, chico y chica, Martín y Mariana. Por razones que tienen que ver con la elección del título del filme y con su argumento, la profesión de ella es la de arquitecta.
Buenos aires crece descontrolada e imperfecta, es una ciudad superpoblada en un país desierto, una ciudad en la que se yerguen miles y miles y miles y miles de edificios sin ningún criterio. Al lado de uno muy alto hay uno muy bajo, al lado de uno racionalista, uno irracional, al lado de un estilo francés hay otro sin ningún estilo. Probablemente estas irregularidades nos reflejen perfectamente, irregularidades estéticas y éticas. Estos edificios que se suceden sin ninguna lógica demuestran una falta total de planificación. Exactamente igual es nuestra vida, la vamos haciendo sin tener la más mínima idea de cómo queremos que nos quede. Vivimos como si estuviésemos de paso en Buenos Aires. Somos los inventores de la cultura del inquilino. Los edificios son cada vez más chicos, para darle lugar a nuevos edificios, más chicos aún. Los departamentos se miden en ambientes, y van desde los excepcionales 5 ambientes con balcón terraza, playroom, dependencia de servicio, baulera, hasta el mono ambiente, o caja de zapatos. Los edificios como casi todas las cosas pensadas por el hombre están hechas para que nos diferenciemos, los unos de los otros. Existe un frente y un contrafrente, están los pisos bajos y los altos. Los privilegiados son identificados con la letra A, o excepcionalmente la B, cuanto mas progresa el abecedario menos categoría tiene la vivienda. Las vistas y la luminosidad son promesas que rara vez coinciden con la realidad. ¿Qué se puede esperar de una ciudad que da la espalda a su río? Estoy convencido de que las separaciones y los divorcios, la violencia familiar, el exceso de canales de cable, la incomunicación, la falta de deseo, la abulia, la depresión, los suicidios, las neurosis, los ataques de pánico, la obesidad, las contracturas, la inseguridad, el estrés y el sedentarismo son responsabilidad de los arquitectos y empresarios de la construcción. De estos males, salvo el suicidio padezco todos. MARTÍN. Este es mi mono ambiente, este soy yo. Rodríguez Peña. 1136. 4to. H.
Todos los edificios, absolutamente todos tienen una cara inútil, inservible, que no da ni al frente ni al contrafrente, la medianera. Superficies enormes, que nos dividen y nos recuerdan el paso del tiempo, el smog y la mugre de la ciudad. Las medianeras muestran nuestro costado más miserable, reflejan la inconstancia, las grietas, las soluciones provisorias. Es la basura que escondemos debajo de la alfombra, solo nos acordamos de ella excepcionalmente, cuando vulneradas por las inclemencias del tiempo dejan infiltrar sus reclamos. Las medianeras se han convertido en un medio mas de la publicidad, que en raras excepciones han logrado embellecerlas. Por lo general, son dudosas indicaciones que nos separan de los grandes supermercados o de las comidas rápidas, anuncios de lotería que nos prometen mucho a cambio de casi nada, etc etc etc. Aunque últimamente nos recuerdan la terrible crisis que nos dejo así, desocupados. Los aparatos de aire acondicionado son unas erupciones irregulares que padecen las medianeras producto de la antigüedad de los edificios que no contemplaban sistemas de refrigeración adecuados para una ciudad cada vez más calurosa. Contra toda la opresión que significa vivir en estas cajas de zapatos, existe una salida, una vía de escape, ilegal, como todas las vías de escape. En clara contravención al código de planificación urbana, se abren unas minúsculas, irregulares e irresponsables ventanas que permiten que unos milagrosos rayos de luz iluminen la oscuridad en la que vivimos. Este es mi dúplex, esta soy yo, MARIANA. Avenida Santa Fe. 1107. 8vo. 810.”
sábado, 18 de febrero de 2012
Domselaar, 52 km al sur de Buenos Aires
Ayer viernes, desde las páginas de opinión del diario “Tiempo Argentino” (página 18), Alejandro Seta (titiritero, escritor y docente) nos recordaba un cuento de Laura Devetach llamado “la planta de Bartolo”. Trata la historia de un muchacho que hace un pozo en l tierra, coloca en el fondo un cuaderno y al tiempo crece un árbol cuyos frutos son limpios y vacíos cuadernos a rayas.
Aprovecha Alejandro para recordar que el año pasado todos los alumnos de las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires deberían haber recibido los netbooks (ordenadores) que el gobierno de la república había entregado a todos los institutos. Sin embargo muchos muchachos no los recibieron y los aparatos electrónicos se quedaron durmiendo el sueño de los justos (en este caso injustos) en los armarios de las escuelas públicas. La razón, el director o la directora de algunos centros, decidieron unilateralmente no realizar el reparto.
Las excusas para no entregar fueron del tipo: “no son fondos legítimos”, “es una manera de ganar votos”; “es derrochar la plata del contribuyente”; “¿netbooks para estos chicos?: los van a romper, no los van a valorar, no los usan en clase”. Quienes dicen esto supuestamente eligieron ser profesores.
Cuenta Alejandro Seta que afortunadamente en su escuela de Domselaar, un pueblecido ubicado a 52 km al sur de Buenos Aires, hay una directora que gestiona y, en consecuencia, los chicos/as recibieron el material que les entregó el gobierno. También gestionó la directora la conexión a internet y solicitó cientos de libros que el Ministerio Argentino de Educación regala a las escuelas que los necesitan: "¡Qué lastima estos libros para estos chicos!"
Cuenta Alejandro Seta que “cuando llegaron las netbooks, los chicos descubrieron que había palabras subrayadas en rojo: eran las que tenían errores de ortografía; y esa fue “nuestra” primera tarea: clickear con el botón derecho sobre esa palabra para elegir la forma correcta de escribirla. O dejarla si pertenecía a alguna forma de nuestro dialecto. De allí, saltamos a buscar poetas contemporáneos por Internet, interesarnos por sus vidas, en las comparaciones que podían desprenderse de sus textos”.
Termina Alejandro Seta con una afirmación terrible que subrayo: “En el fondo está aquello de: “¿y por qué estos chicos van a tener algo gratuito que a mí me cuesta comprar?¿Dónde está mi exclusividad si yo soy el que tengo? (y tal vez soy lo que tengo)”.
En cierto modo y gracias a docentes con vocación y compromiso en Domselaar, un pueblito al sur del Conurbano, hay chicos que han visto crecer un árbol con cuadernos, en este caso electrónicos.
Me encantó el artículo: “Netbooks en la provincia de Buenos Aires”. (Tiempo Argentino, 17 de febrero de 2012".
Luis Cercós (LC-Architects)
jueves, 16 de febrero de 2012
miércoles, 15 de febrero de 2012
martes, 14 de febrero de 2012
lunes, 13 de febrero de 2012
Muchacha Ojos de Papel o el Loco Fermín
En Europa, al menos en los países de Europa que yo conozco, sería o es impensable un jefe de Estado o de Gobierno a la manera de los que estoy viendo y escuchando en América del Sur. Jefes y jefas que no tienen miedo de hablar de lo que sienten y que, al margen de los asuntos propios de la vida política, comparten con sus gobernados (ya sean fieles o no) sus sentimientos y emociones. Lo he visto en Venezuela y lo veo en Argentina. Y me encanta.
El miércoles pasado murió un capo de la música pop argentina, Luis Alberto Spinetta, El Flaco Spinetta. La presidenta de la nación, en su discurso del día siguiente al del fallecimiento, hizo una larga y emocionante alusión al compositor y cantante:
“Quiero terminar recordando a alguien que se nos fue, otro Flaco, que para mí tiene connotaciones, como para todos los de mi edad, muy especiales. Anoche estábamos trabajando con algunos funcionarios en Olivos cuando nos dijeron “murió El Flaco Spinetta”. Lo primero que me vino a la cabeza fue la tapa del disco de Almendra, que era un arlequín … la que salió hoy por la mañana en (la portada) de Página 12, casi me pongo a llorar cuando la veo hoy a la mañana … Me acordaba de ese vinilo, me hicieron acordar de la lágrima, yo no me acordaba, con la flecha esa de goma, hasta los colores me acordaba. Sé que la canción icono era “Muchacha ojos de papel”, que nos hizo soñar y ser románticos a todos y a todas, y que todavía me hace soñar, pero yo me acordaba de otra que es menos conocida, que es “Fermín”, y está en el LP. Sí, en el LP (long play), le decíamos LP, la verdad, para qué voy a andar disimulando (sobre la edad que tengo). Aparte El Flaco tenía la misma edad de mi flaco (su marido fallecido, anterior presidente de Argentina). ¿Del “50, no, era El Flaco? Y me acordaba de cuando vino acá a dar recitales en el Salón Blanco (que tenemos que retomar, Parrilli …, tenemos que retomar los recitales del primer viernes de cada mes en el Salón Blanco, por favor, lo vamos a hacer). Y Néstor me acuerdo que lo agarró al Flaco Spinetta y lo sentó en el sillón del presidente. Él tenía esa costumbre, le encantaba. La gente no quería, primero, y él los agarraba y les decía “vení sentate. Se sentó cada uno acá, por qué no te vas a poder sentar vos. Porque más importante que un presidente es cualquier argentino”. La verdad que, más allá de los sufrimientos particulares, hoy se nos fue un cacho de juventud. Almendra y él, que era un poeta, fue el símbolo de toda una generación, como lo fueron Charly y Nito Mestre con Sui Generis, y como fue Vox Dei. La verdad que ayer cuando me dijeron que se había ido, yo dije: “La gente como él no muere. La gente como él se va” (aplausos). Cuando alguien puede dejar testimonio de lo que hizo en su paso por la vida … al Flaco Spinetta lo vamos a recordar siempre cuando cantemos “Muchacha ojos de papel”, el Loco Fermín o el de la Soledad (…) Chau Flaco, ya nos vamos a ver seguramente. En algún momento”.
Página 12 – Viernes 10 de febrero de 2012 – página 23.
Yo no conozco la obra del Flaco Spinetta, pero cambio su nombre por cualquiera de los autores que fueron importantes en mi juventud y me siento cerca de todos aquellos que el pasado miércoles vieron marchar un pedazo de sus vidas. O como diría el cronista, ¿por quién doblan las campanas? Casi siempre por todos los que aquí quedan.
Luis Cercós (LC-Architects)
jueves, 9 de febrero de 2012
Garzón inhabilitado: Malas Noticias
martes, 7 de febrero de 2012
la eSCaLEra de Cortázar
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquier otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
35 bocados
En el lado opuesto algunos cocineros, apoyándose en los platos y los ingredientes de siempre, intentan encontrar sabores y sensaciones nuevas y/o sorprendentes.
Hablábamos mi socio y yo camino en uno de nuestros viajes de dirección de obra del menú de El Bulli, el restaurante de Ferrán Adrià, para muchos el mejor chef del mundo. No porque hayamos ido allí a comer, sino porque hemos leído con atención cosas que allí ocurren: 35 platos en el menú, 60 personas al servicio de 50 únicos comensales (http://www.youtube.com/watch?v=7DN14iCgshE).
A propósito de los 35 platos del menú (que no de la carta), los miembros de El Bulli no intentan otra cosa que servir tantas pequeñas sensaciones como bocados puede haber en una comida convencional. Con relación a los ingredientes tradicionales, simplemente recordar una magistral frase de este genio de la cocina:
Cuando cocinen ustedes, por ejemplo, una patata, …., simplemente pélenla, córtenla, trátenla, cocínenla, como si fuera la última patata del mundo.
Algo así como cuando modificamos una y otra vez nuestros humildes encargos, hasta encontrar el punto en que nuestro trabajo nos deje absolutamente, o al menos cerca, de nuestra propia crítica y satisfacción.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
la mujer del César
Según cuenta Plutarco en sus "Vidas paralelas", un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer deJulio César. Tal era su enamoramiento, que en cierta oportunidad, durante la fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres- el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio. Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechosa de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo. La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechoso de haber cometido alguna ilicitud, aún cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia, en la forma "No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo".
Original Vs Copia
Poética de la Ciudad
“Cuando uno va por la calle y observa cómo ha caído una casa entre paredes medianeras y queda al descubierto la referencia de la vida que hubo, recuerden aquel inventario, de los olores, los sabores. Cuando aparecen a ambos lados, en las dos medianerías esos colores azules, rosados, verdes, que nos están indicando formas de vida, y tienen huellas todavía de los fantasmas familiares todavía vivos, donde se encuentran los desconchados aquellos, a la vista del público, de los que Leonardo decía que no hay pintor que pueda emularlos. Cuando vemos esas paredes, al caer el edificio, que nos están delatando que allí estuvo el amor, allí estuvo la vida, allí estuvo la muerte, tientan, poco pudor, los demoladores, que por lo menos debieran cubrirlas, porque están exhibiendo las vergüenzas de la ciudad a la vista del público. Digo yo que no hay un espectáculo más desolador que ver esas paredes medianeras, ya no medianeras, porque penetran al interior de las casas, donde aparecen las huellas de la vida, de la peculiaridad y de la intimidad. Se dice todavía en los libros de arquitectura y urbanismo que el tejido urbano es orgánico, y claro que lo es, y lo orgánico significa vivo. Destruir el tejido de la ciudad es ir cortando como en arqueología, como en historia, pero más grave todavía, porque ese tejido es vivo, porque entre pared medianera y medianera está la vida. Es ir cercenando, destruyendo, la vida”.
Santiago Amón, Poética de la Ciudad
Arquitectura e Integración Social
La O.3 es la página de opinión de la revista ARQ (suplemento de arquitectura del grupo argentino Clarín). Sale todos los martes al razonable precio de 3'90 pesos argentinos (0'71 euros; 0'90 dólares USA) y me sirve para tomar contacto con la profesión y conocer quién es quién en Argentina.
lunes, 6 de febrero de 2012
sábado, 4 de febrero de 2012
Basque Culinary Center San Sebastían según Álvaro García
Comparto con vosotros las laminas resumen de mi proyecto final de carrera (más adelante también colgare el proyecto completo) Y os invito a la exposición que haré el Martes 7 de Febrero en la Universidad Europea de Madrid.
Espero veros por allí. !!
viernes, 3 de febrero de 2012
cine 3D entre los muros de una vieja bodega
jueves, 2 de febrero de 2012
La CiUDAD de las COLUMnas y otros RELatos sobre LA Habana
La arquitectura está presente en la literatura de Alejo Carpentier como no podía ser de otra manera, pues fue estudiante de esta disciplina (en 1921 preparó su entrada en la escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana, aunque abandona los estudios con posterioridad) e hijo de arquitecto, el francés Georges Julien Carpentier. Su madre, Lina Valmont, era profesora de idiomas de origen ruso. Mestizo y cosmopolita, como es y me gustaría que fuese mi propia familia. Muchos puntos de unión con nuestra propia vida. Al fin y al cabo, todos estamos hechos de la misma materia.
Su padre, igual que el padre de mis hijos, estaba «convencido de la decadencia europea y ansiaba vivir en un país joven». Y a Cuba se fueron.
Nacido en Suiza, creció Carpentier en una Cuba de «hombres mal nutridos, cargados de miseria, mujeres envejecidas prematuramente; niños mal alimentados, cubiertos de enfermedades».
El rastro moría al pie de un árbol. Cierto era que había un fuerte olor a negro en el aire, cada vez que la brisa levantaba las moscas que trabajaban en oquedades de frutas podridas. Pero el perro -nunca lo habían llamado sino Perro- estaba cansado. Se revolcó entre las yerbas para desrizarse el lomo y aflojar los músculos. Muy lejos, los gritos de los de la cuadrilla se perdían en el atardecer. Seguía oliendo a negro. Tal vez el cimarrón estaba escondido arriba, en alguna parte, a horcajadas sobre una rama, escuchando con los ojos. Sin embargo, Perro no pensaba ya en la batida. Había otro olor ahí, en la tierra vestida de bejuqueras que un próximo roce borraría tal vez para siempre. Olor a hembra. Olor que Perro se prendía del lomo, retorciéndose patas arriba, riendo por el colmillo, para llevarlo encima y poder alargar una lengua demasiado corta hacia el hueco que separaba sus omóplatos.
De aquellos obligados caminares por La Habana Vieja me quedó una siempre renovada emoción al contemplar, de años en años, sus casas antiguas, sus rejas andaluzas, puertas claveteadas, pórticos barrocos, portafaroles, guardacantones y guardavecinos… Muchas páginas he escrito desde mi adolescencia acerca de La Habana Vieja “de intramuros”, con sus calles eternamente abocadas al mar, completadas en su panorama por un velamen, la proa de una balandra, la quilla de un buque, se hace ciudad de misterios, de nocturnidad, de cuchicheo detrás de persianas, de invitaciones al viaje que, con solo cruzarse el puerto, puede conducir a las suntuosas coreografías de una iniciación ñáñiga, a un encuentro fortuito con gente de otras latitudes que remozan en pleno trópico, la literatura del anhelo de evasión y del muelle de las brumas…