“La Unión Soviética representaba una gran parte de mi vida. Había cosas buenas, como la educación y la sanidad, aunque también había muchos peros que eran, no sólo para mí, muy importantes”.
Ingeniero de profesión y fotógrafo por vocación, a la censura rusa no le gustaron las imágenes de mujeres desnudas que el KGB encontró en su domicilio, motivo por el que le requisaron las fotografías, le detuvieron, pasó un tiempo en la cárcel y le prohibieron seguir con su trabajo habitual. Hicieron mal: a Boris no le quedó más remedio que dedicarse en exclusiva a la fotografía.
Con los años, su mujer y él, eligieron vivir en Alemania, pero eso no le impidió mostrar una de las realidades de su país.
Sus imágenes, testigos de una realidad social, no muestran la vida cotidiana sino que la manipulan, pero nos obligan a reflexionar sobre lo que verdaderamente ocurre en este mundo. Cosas que están, aunque no reparemos habitualmente en ellas.
Luis Cercós (LC-Architects)
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