Un pequeño país de América del Sur vuelve a ponerse hoy a la cabeza de las sociedades intelectualmente más avanzadas del mundo. Ya lo hizo en varias ocasiones durante finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo pasado: Uruguay fue uno de los primeros países en establecer por ley el derecho al divorcio (año 1917) y uno de los primeros países en el mundo en establecer el derecho del sufragio femenino. Fue la segunda nación del mundo que, siguiendo los postulados de José Pedro Varela, estableció por ley un sistema educativo gratuito, obligatorio y laico (año 1877).
La población tiene acceso a educación gratuita desde primer nivel de jardinera (Educación Inicial) hasta la graduación en la universidad. El país cuenta con una universidad pública, la Universidad de la República, que consta de varias facultades y servicios anexos. Se está implantando la creación del IUDE (Instituto Universitario de Educación), como paso intermedio a mediano plazo, de la formación de una segunda universidad pública. El panorama de los servicios educativos uruguayos se completa con instituciones de educación privada que abarcan desde la educación preescolar hasta la terciaria.
Hoy, EL País (diario español) lleva a Uruguay a sus páginas de opinión con una editorial que comparto completamente. Por eso la transcribo:
Las drogas producen tanto dolor en quienes caen bajo su influjo, generan tanto dinero, tantos crímenes y tanta corrupción, tantos excesos, que la fórmula que se consideró más eficaz para combatirlas ha sido la prohibición. No parece haber funcionado, y donde su fracaso resulta más evidente es en Latinoamérica, donde la violencia de los carteles del narcotráfico está llegando incluso a dinamitar la viabilidad de algunos Estados. Por eso, desde hace cuatro años, tres expresidentes -el mexicano Ernesto Zedillo, el colombiano César Gaviria y el brasileño Henrique Cardoso- llevan defendiendo la idea de abrir un debate para discutir la eficacia de las políticas actuales y hablan, entre otras cosas, de legalizar el consumo de marihuana. El primer presidente que ha tenido sin embargo el coraje de enfrentarse a este problema ha sido el uruguayo José Mujica. "Alguien tiene que ser el primero", ha dicho, "porque estamos perdiendo la batalla contra las drogas y el crimen en el continente".