Revista CERCHA, España, Diciembre 2012.
REHABILITACIÓN
DEL PALACIO DE LA MÚSICA (2008-2012). A propósito de la aplicación en obras de
restauración del conocimiento de materiales y de la preindustrialización.
Autores: Luis Cercós; Enrique de la Cueva y Jesús S. Fuentes[i]
Lo cierto es
que los objetos industrializados en alto grado se encuentran en proceso de
perfeccionamiento continuo, su calidad aumenta cada vez más e incluso los
precios son cada vez más económicos. La única industria que todavía no funciona
es la de la construcción. Jean Prouvé, 1901-1984
Resumen
Si alguno de los íconos del Movimiento Moderno pudiera ser considerado un
antecedente de la actual ingeniería de edificación, Jean Prouvé sería uno de
los más acertados. A pesar de no haber estudiado arquitectura, profesionales de
esta disciplina como Renzo Piano o Norman Foster citan reiteradamente la forma
en que este visionario fue capaz de relacionar, en su momento, las capacidades
de los materiales con una estética extraída de la lógica de la construcción. Por
este motivo, una vez que conocimos el proyecto redactado por “Noriega y Gámez Arquitectos & Creantia
Arquitectura”, comprometidos como estábamos en la consecución del estricto
objetivo invariable de precio e inversión marcados por la propiedad, comenzamos
a estudiar los procedimientos de actuación de este maestro francés. Las conclusiones
de este ejercicio de investigación fueron puestas al servicio del mayor de los
hitos alcanzados durante la rehabilitación del Palacio de la Música de Madrid:
el montaje, en 24 horas aproximadamente, de la enorme estructura principal de
la nueva sala polivalente que hoy se alza sobre el viejo edificio
cinematográfico.
Antecedentes
El “Palacio de la Música”, una de las salas de cine más importantes de
España, fue diseñado inicialmente como Sala de Conciertos. De ahí su nombre y también
la idea que guio su restauración: recuperarlo para la música. El proyecto
original es de 1926. Su proyectista, el importante arquitecto Secundino Zuazo
(1887-1971), autor también de los Nuevos Ministerios, en el Paseo de la
Castellana y de la conocida “Casa de las
Flores” en la calle Gaztambide de Madrid. En esta última vivió, durante
algún tiempo y entre otros muchos, el poeta chileno y premio Nobel de
Literatura, Pablo Neruda:
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Mi casa era llamada
la casa de las flores.
El 22 de junio de 2008 el viejo cine “Palacio
de la Música”, memoria colectiva de la ciudad, en el número 35 de la Gran
Vía de Madrid, celebraría la última de sus proyecciones. Apenas 60 personas
asistieron aquel día a la proyección de una de las 3 películas exhibidas en las
diferentes salas en las que se había dividido, desafortunada pero
pragmáticamente, el equilibrado edificio original.
Ese mismo año, la Fundación Caja Madrid (hoy integrada en Bankia)
adquirió el inmueble y encargó al arquitecto José Luis Noriega y a su equipo, el
proyecto de restauración y rehabilitación necesario para transformar el
edificio en el segundo auditorio más grande de la capital –solo por detrás del Nacional,
en la calle Príncipe de Vergara-. La nueva sala tendría una capacidad
aproximada para 1.500 espectadores, todas ellas con el objetivo de alcanzar una
acústica perfecta. La obra, previa aprobación municipal de un Plan Especial
también redactado por los arquitectos, incrementaría la superficie original en
un 10% de su superficie, la mayoría de ellos en la futura sala polivalente. El
edificio tiene actualmente 6.600 m2 construidos.
Originalmente, el escenario, diseñado para albergar una orquesta modesta,
era pequeño. En su diseño influyeron las difíciles características del solar y las
menores pretensiones de la época en que
se construyó. Muy poco tiempo fue sala de conciertos, pues desde muy pronto se
comenzaron a exhibir películas. En consecuencia, el proyecto de
reacondicionamiento incluía una compleja ampliación (por lo que implicaba de
modificación de la composición estructural del inmueble y la demolición del
muro resistente de la escena) para permitir alojar, debidamente organizados por
el director, una formación completa de 110 músicos, los aproximadamente necesarios
para programar el repertorio sinfónico completo incluyendo sus piezas más
exigentes. En el caso de conciertos con una orquesta mayor, se proyectó un ingenioso
peine móvil que posibilitaría la actuación de 20 músicos más y un coro móvil
para un centenar de cantantes.
Las obras se iniciaron con la eliminación de los obsoletos minicines que
existían en los sótanos del edificio y que habían sido construidos en la década
de los 80. Allí se ubicarían los futuros camerinos, salas de ensayo, salas de
máquinas e instalaciones. También se demolieron las desafortunadas viviendas
(por destartaladas) y las angostas oficinas construidas precipitadamente, en
otra época, sobre la terraza del edificio. En esa cubierta, una vez desalojada,
se construyó la envolvente de la moderna sala polivalente.
La intención de Fundación Caja Madrid, promotor de las obras, era lograr
una restauración fidedigna del inmueble original (en especial de la sala de
conciertos), deteriorada por múltiples reformas posteriores, tanto en fachada (marquesina,
puertas y escaparates de los locales comerciales) como en gran parte de su interior.
Todas las obras se realizaron entre enero de 2009 y diciembre de 2011,
quedando suspendidas definitivamente el 12 de enero de 2012. No es de extrañar
que la situación económica del país y la del banco propietario, conocidas
sobradamente por todos, motivaran tal
cierre. Previamente Moguerza, en calidad de contratista principal, había
ejecutado completamente y a total satisfacción de la propiedad, de los autores
del proyecto y de la dirección facultativa, las obras de cimentación,
consolidación estructural, construcción de la sala polivalente y la restauración
de las fachadas exteriores. Todo ello, escrupulosamente, en el precio pactado,
ligeramente superior a los 4 millones de euros. Los plazos, marcados por los
difíciles momentos de este lustro económico, habían sido permanente modificados
a petición de los diferentes responsables de la entidad financiera. De hecho,
la inauguración prevista inicialmente, diciembre de 2012, nunca podrá cumplirse
pues la prensa ha anunciado la posible venta el edificio por 50 millones de
euros[ii].
Durante las obras se micropilotó la estructura (4 sencillos pero enormes
pilares estratégicamente situados, no visibles desde la sala de conciertos) del
“nuevo edificio” (la sala polivalente) que se construyó sobre el “viejo
edificio preexistente”. También se acometieron las obras de consolidación y
reparación estructural, ampliación de escaleras y de los caminos de evacuación,
huecos de ascensores y todos los trabajos previos imprescindibles para
garantizar la absoluta fiabilidad y funcionalidad del nuevo teatro. Hoy, a
excepción del acondicionamiento interior, todas las obras de consolidación están
finalizadas y el edificio preparado para el uso que el destino le depare. No
será, posiblemente, el inicialmente previsto.
Criterios metodológicos
Volviendo a Prouvé y a uno de sus discursos más conocidos: “Mi trabajo ha estado determinado, por una
parte, por el desarrollo científico, que sirve de base a la técnica y, por
otra, por la información obtenida mediante el estudio de los materiales y su
elaboración”. Principios que aplicamos, en el Palacio de la Música, al
menos en tres momentos fundamentales de su rehabilitación.
Defensores como somos de la caracterización y conocimiento de materiales
como herramienta básica previa a los trabajos de rehabilitación, desde la
oficina técnica de la obra, realizamos dos ensayos que influirían en el éxito
económico alcanzado. Nos referimos a la caracterización de los materiales que
originalmente decoraban la sala de conciertos y al análisis de las tierras
extraídas durante los trabajos de micropilotaje. Estos últimos ensayos
permitieron, junto con la técnica de la tomografía sísmica, detectar galerías
subterráneas bajo el suelo del edificio y ajustar la longitud de penetración de
los micropilotes, exclusivamente, en las zonas que se precisaba. Los ensayos
ahorraron, por reducción de las longitudes de penetración, una cantidad superior
a los 85.000 euros.
Hoy en día, estudios geofísicos complementarios, como la citada tomografía
sísmica, resultan de gran importancia en el campo de la rehabilitación
(trabajando como se hace, sobre edificios preexistentes y, en consecuencia,
parcialmente desconocidos). Estos estudios complementan, en gran medida, los
resultados aportados por estudios geotécnicos tradicionales. Este novedoso método, empleado en la fase de “Cimentaciones
y Estructura”, consiguió localizar y dimensionar la presencia de un pozo, así
como una peligrosa galería horizontal, bajo la ubicación de 2 de los 4 pilares.
La alta exigencia de las hipótesis de cálculo a la que estaban sometidos cada
uno de ellos, habría supuesto (no tenemos dudas al respecto) posteriores
problemas en caso de no haberse detectado tal situación. La dirección de
ejecución extendida, con presencia permanente en obra y la alta especialización
de Moguerza, empresa adjudicataria, permitió sospechar de la irregularidad al detectarse,
casi inmediatamente, fugas desproporcionadas del material inyectado durante los
trabajos de micropilotaje.
El laboratorio de análisis físico-químico de nuestro taller de
restauración, en calidad de apoyo al control de ejecución de los trabajos de
micropilotaje que se estaban llevando a cabo en el sótano del Palacio de la
Música, con el objetivo de consolidar las apreciaciones expuestas en los
estudios geotécnicos realizados previa y paralelamente a la redacción del proyecto
de restauración llevó a cabo un estudio comparativo, diseñado especialmente
desde la dirección de ejecución, de las tierras extraídas durante las
perforaciones de los distintos encepados. Lo hicimos nosotros mismos porque no
había tradición, al menos nosotros no la conocíamos, en este tipo alternativo
de controles. El objetivo principal de este estudio pretendía confirmar la
presencia de los tipos de terrenos expuestos en los controles geotécnicos realizados
previamente. Para ello se compararon, sencillamente, los resultados obtenidos de
distintos análisis llevados a cabo sobre muestras de terreno extraídas a
distintas profundidades de la perforación objeto de estudio. Además se
cuantificó la presencia de iones sultato en las tierras, con el fin de
corroborar la no necesidad de emplear un cemento sulforresistente. El estudio
granulométrico de las tierras nos permitió comparar el contenido de tamaños “grava”
y “limos”. Los porcentajes obtenidos estaban en concordancia con los datos
aportados por el estudio geotécnico y el análisis del contenido en sulfatos
permitió corroborar la nula-débil agresividad que estos terrenos pudieran generar
posteriormente en el hormigón. La idea, como si de médicos se tratase, era ajustar
estrictamente el diagnóstico y la prescripción, sin inversiones conservadoras
innecesarias.
Consecuente con su metodología, LC-Architects, como estudio responsable
de la dirección de ejecución y gestor económico de las obras de rehabilitación
del Palacio de la Música de Madrid, realizó a iniciativa propia una serie de estudios
previos de caracterización de los materiales originales y, entre estos, de los
dorados presentes en los interiores de la futura sala de conciertos. Estos
documentos, complementarios de los incluidos en el proyecto de ejecución,
estaban dirigidos a un mayor conocimiento del edificio y a la mejor
planificación de la posterior intervención. En este estudio se extrajeron
dos muestras de la decoración original para su estudio en laboratorio, la
primera tomada de la parte exterior del óculo de la sala y la segunda extraída
del antepecho del primer anfiteatro. El análisis al microscopio óptico de la
muestra permitió detectar cuatro capas: en la parte exterior un dorado muy
superficial, bajo la cual se localizaba una lámina metálica. Bajo ellos, una
capa más gruesa de color miel y, por último, el soporte de albañilería. El
estudio de las capas mediante microscopía electrónica de barrido (SEM/EDX)
permitió identificar los componentes de cada una de ellas. La capa de dorado
superficial estaba compuesta por partículas de latón (Cu/Zn), estando el cobre
parcialmente alterado a oxicloruros de cobre. La lámina metálica inferior formada
también por latón (Cu/Zn). Además, el cobre se encontraba parcialmente alterado
a oxicloruros de cobre (atacamita y paratacamita) de color verde. La capa
localizada bajo el latón (capa gruesa de color miel) se correspondía con una
imprimación en medio orgánico con cargas de Barita (BaSO4), tierras
(aluminosilicatos) y calcita (CaCO3). El soporte de la muestra lo constituían minerales
de yeso (CaSO4.2H2O) y minerales silíceos accesorios. Probar que la decoración
original eran reflejos metálicos de latón en lugar de pan de oro, supuso
rebajar considerablemente la previsión económica de esta parte de la
restauración y redistribuir consecuentemente los recursos disponibles. A partir
de los resultados obtenidos en este estudio previo, nuestro laboratorio propuso
llevar a cabo un muestreo más amplio, con el fin de documentar y conocer la
naturaleza de la mayor parte de los elementos aparentemente dorados sobre los
cuales se iba a intervenir facilitando posteriormente las tareas de
restauración y permitiendo establecer las pautas más adecuadas en cada caso,
siempre garantizando, entre materiales, su perfecta complementariedad. El
objetivo era reducir el coste de esta partida tan importante y evitar reacciones
no deseadas entre componentes y/o pérdidas de adherencia entre capas.
La estructura preindustrializada de la nueva sala polivalente
Durante el fin de semana del 26 y 27 de febrero de 2011 se organizó el
montaje de la nueva estructura metálica en cubierta del Palacio de la Música,
según lo redactado en el proyecto de rehabilitación del edificio. La operación
resultó un éxito rotundo. A las 20:30 horas del sábado la estructura completa ya
estaba instalada, fija y sustentada por
sí misma. Los trabajos se adelantaron 24 horas sobre el plan más optimista
inicialmente previsto. La inversión previamente realizada en los estrictos
controles topográficos realizados durante el replanto, continuamente
verificado, permitió el ensamble preciso. No fue necesario trabajar aquel
domingo. Con precisión de relojero todas las piezas encajaron milimétricamente.
Durante los meses anteriores, con un complejo programa de informático de
control numérico diseñado y desarrollado por los ingenieros de Callfersa se
habían fabricado en taller todos los elementos estructurales. La aportación de
la dirección facultativa, aceptar la propuesta de rediseñar toda la estructura
mediante uniones atornilladas.
La estructura que se montó aquel día, completamente preindustrializada y
premontada en los talleres de Callfersa, incluía dos grandes cerchas de
dimensiones superiores a los 20 metros de longitud y 7 de altura, pesando cada
una de ellas, 25 toneladas. Una vez colocadas las dos grandes cerchas se
arriostraron en coronación mediante las 5 grandes vigas de 23 metros de luz y
22 toneladas de peso sobre las que se apoyaría el ligero forjado de cubierta. El
trabajo de coordinación entre todas las empresas participantes fue relevante. Como
es lógico, la aparatosa operación creó en la Gran Vía un espectáculo
interesante que fue seguido por cientos de personas. La elevación y colocación
de la cercha de la derecha, se colocó en menos de 4 minutos; la de la
izquierda, en algo más de 6, pues había que tener mayor cuidado con el muro
medianero. Los operarios encargados de la grúas actuaron con diligencia y
precisión propia de cirujanos.
Jean Prouvé rechazaba por principio todo tratamiento de los materiales
que ocultara el proceso de construcción, pues lo consideraba falso y engañoso. Tanto
la estructura original del sobretecho de la sala de conciertos, como la
estructura de la nueva sala polivalente tenían similitudes en su montaje, pues
ambas renunciaron a las soldaduras apostando, en distintos momentos históricos
por uniones mecánicas (roblonada la primera, atornillada la segunda). El
proyecto de los arquitectos, de asombrosa y magnífica sencillez (intervención
mínima, 4 únicos pilares, una estructura preindustrializada y contemporánea) resaltaba
el carácter de los elementos originales.
En 1949, el consorcio Aluminium Français entró en el accionariado de los
Ateliers Jean Prouvé con una participación de capitales que ampliaría en los
años sucesivos hasta dejar en minoría a su fundador. La operación terminó denegando
a Jean Prouvé la entrada en sus talleres. En 1953, abandonaría resignado el
comité directivo de la empresa que fundó. En menos de 365 días perdió su
trabajo, su fábrica y sus empleados. Años más tarde, Prouvé tradujo a palabras
su sentir: “morí en 1952”. Algo parecido nos pasó a todos nosotros al saber que
las obras se suspendían irreversiblemente. Muchas de las empresas que
participaron en las obras han cerrado sus puertas o están pasando por
dificultades. Moguerza, afortunadamente, sigue manteniendo su actividad, su
estructura y la mayor parte de su plantilla. LC-Architects, el estudio que Luis
Cercós inició en 1991 ha tenido que suspender su actividad en España, esperemos
que momentáneamente. Las palabras de consuelo que Le Corbusier dirigió a su
amigo Prouvé también nos sirven a nosotros en esta nueva etapa profesional que
recién comenzamos: “Querido Jean, a usted
le han cortado las alas, intente arreglárselas con lo que le queda”.
Ficha técnica:
Promotor de las obras: Fundación Caja Madrid (Bankia); Proyecto
y Dirección Facultativa: “NORIEGA Y GÁMEZ ARQUITECTOS” y “CREANTIA
ARQUITECTURA”; Arquitectos: José Luis Rodríguez-Noriega y Agustín
Rodríguez Moreno; Project Manager y Dirección de Ejecución: Luis Cercós,
Ingeniero de Edificación y Arquitecto Técnico; Cálculo estructural: Arquitecto
José Luis Martín; Oficina Técnica de Obra: LC-Architects. Luis Cercós y
Asociados, S.L.; Contratista Principal: Construcciones Moguerza; Director
Técnico de Moguerza. Enrique de la Cueva, Arquitecto Técnico; Director Oficina
Técnica de Moguerza. Jesús S. Fuentes, Arquitecto Técnico; Jefe de Obra, José
Carlos López Razola, Arquitecto Técnico. Demoliciones: DETECSA; Estructura
Metálica: CALLFERSA; Fachadas: LARTEC, S.L. y ARTEMON.
[i][i]
Los autores de este artículo se conocieron casualmente el primer día de clase, allá
por septiembre de 1984, en la Escuela de Arquitectura Técnica de la Universidad
Politécnica de Madrid. A partir de ese encuentro hicieron juntos toda la
carrera. Tanto Enrique de la Cueva, director técnico de Moguerza, como Jesús
Fuentes, jefe de estudios y proyectos, han dedicado toda su vida profesional a
la empresa en la que ingresaron al terminar sus estudios; Luis Cercós tomó el
camino de la restauración y el ejercicio libre de la profesión. Salvo contadas
excepciones, apenas se vieron en 20 años. Por fin, volvieron a trabajar juntos
en las obras de rehabilitación del Palacio de la Música. Hoy, los tres, son de
nuevo compañeros en Santiago de Chile. La unión de la experiencia en
consolidación estructural y obra civil de los primeros y la metodología de
intervención en el patrimonio del tercero, les están suponiendo nuevos retos
profesionales.
[ii] Diario Expansión, citando
fuentes del banco. 1 de noviembre de 2012.