viernes, 7 de diciembre de 2012
Océano Mar
Parece que todos, o al menos muchos, fuéramos inmigrantes en Santiago de Chile. Los lazos que se forman entre los que estamos aquí, sin distinción de procedencias sociales o edades, no fueron atados en España, sino allende los mares.
Por definición, los emigrantes viajan siempre ligeros de equipaje. En los tiempos que corren, apenas 2 valijas de 20 kilos cada una. Y eso, los más afortunados, pues los pasajes de hoy limitan el derecho a lo que quepa en un bulto y la pequeña bolsa de mano.
En estas circunstancias, cuando has salido de casa con lo puesto y sin billete de vuelta, el valor de 2 libros es un ancla que te une al vientre de tus raíces, la tierra roja que te vio crecer.
Sin apenas conocerme, un amigo me dejó los 2 libros que trajo de España: "Escritos" de Eduardo Chillida y "Océano Mar" de Alessandro Baricco, el libro que hoy traigo a mi blog, pues ayer recién terminé de leerlo.
Una novela compleja, más bien un poema en prosa, un obra en tres actos. Árido, arriesgado, hermoso en mucho de sus fragmentos, absolutamente contemporáneo en su concepción y en su composición, diferente a todo lo que he leído hasta ahora.
Pero lo más importante, la generosa donación temporal de un nuevo amigo que me entregó 2 de sus tesoros más valiosos. Gracias.
Deja la pluma, dobla la hoja, la mete en su sobre. Se levanta, coge de su baúl una caja de caoba, levanta la tapa, deja caer la carta en su interior; abierta y sin señas. En la caja hay centenares de sobre iguales. Abiertos y sin señas.
Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará algún día a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido a pensar en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señas para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. Y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle:
- Te esperaba.
Luis Cercós
Atelier du Patrimoine
Santiago, Chile