Amé, sin embargo, Madrid durante la mayor parte de mi vida. Admiré de esta ciudad y de sus gentes la manera en la que se levantó contra el francés (aunque hoy sé que debería haber sido quizá al revés) o como resistió al fascismo entre 1936 y 1939. Mi abuelo me contó de niño como derrotaron los madrileños a los sublevados y me enseñó el lugar donde estaba el llamado cuartel de la montaña (http://www.youtube.com/watch?v=RXafC3Xs3os) o las trincheras del parque del Oeste.
Él estuvo allí y lo vio con sus propios ojos.
Con el tiempo y muchos viajes empecé a engañar a esta ciudad con otras que me deslumbraron. Amor a primera vista sentí por Londres, París, Roma, Buenos Aires, La Habana, Río de Janeiro o Montevideo, por citar solo los más memorables escarceos amorosos.
Volví a cortejar a esta ciudad cuando se manifestó contra el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, contra los atentados del 11 de marzo de 2004, o recientemente, en apoyo a las víctimas de la Guerra Civil o contra la injusta manera en la que se ha tratado, lo pienso de corazón, al juez Baltasar Garzón.
Nací aquí y aquí estudian mis dos hijas mayores. Aquí intenté agrupar a mi hermosa familia (con integrantes, mi mujer y mis hijos, nacidos en Uruguay, Bulgaria, Francia o Argentina) y hoy estamos todos dispersos, espero que por poco tiempo.
Duermo solo desde hace un par de meses y dedico el tiempo a intentar recomponer, mi esposa desde allá también hace lo propio, todo lo que hemos perdido en esta crisis enorme. Hoy, ilusionado volveré, como hice ayer, o como hice el lunes, cuando todo estaba recién empezando, a mi nuevamente querida Puerta del Sol.
De la tarde del lunes son las fotos que ilustran esta entrada. Con esos jóvenes estoy. Hoy, no se debe, pienso, estar en otro sitio.
Luis Cercós (LC-Architects)
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