En 1997,
British Airways presentó una nueva imagen de sus aviones encargando a varios artistas de todo el mundo que pintaran en las alas de cola de sus aviones imágenes contemporáneas de inspiración vernácula. Así modernísimos aviones parecían aún más modernos habiendo sido decorados con motivos indígenas inspirados en culturas primitivas.
20 años atrás, durante los años 70 del pasado siglo XX, en Gran Bretaña hubo un cambio de tendencia en la construcción de nuevas viviendas unifamiliares aisladas. En lugar de ambicionar nuevos edificios, quien pudo permitírselo o tuvo la suficiente imaginación, apostó por la reconversión de antiguas granjas en segundas residencias. Esta aparente tendencia individual se agrupó en 1975 en un movimiento conservacionista, Save Britain’s Heritage, fundado precisamente para proteger las casas solariegas inglesas y, 4 años después, se tradujo al inglés, por primera vez, el libro de Hermann Muthesius, Das Englische Haus (Berlín, 1905).
Aquellas reformas o rehabilitaciones solían realizarse con un lenguaje arquitectónico supuestamente rural y el resultado no merecía hueco en las revistas de arquitectura sino en las de decoración, pero iniciaron el camino para que muchos años después, otros propietarios encargaran a arquitectos más atrevidos, intervenciones mucho más arriesgadas. Es decir, alternar tradición y vanguardia de manera que una y otra se potencien mutuamente. Elegir una pieza antigua, desenmascararla, eliminar intervenciones contaminantes, deconstruir lo que no es auténtico o lo que provoca desorden, confusión o desasosiego. Y así, con pequeñas inversiones, imaginación y un concepto radicalmente distinto de la restauración, volver a introducir un viejo edificio en la más rabiosa y atrevida contemporaneidad.
Como no podía ser de otra manera, diversas personas mostraron su disconformidad al cambio respecto al tradicional esquema de Bandera de la Unión en las derivas de cola de los aviones de
British Airways, incluyendo, por supuesto, a la antigua Primera Ministra
Margaret Thatcher, defensora a ultranza de la (su) tradición, quien cubrió la cola de una maqueta de avión de
British Airways con un pañuelo siendo este momento capturado por las cámaras de la
BBC News.
Pero si por Margaret Thatcher fuese, la India, por poner solo un ejemplo, seguiría siendo británica.
Solo años después, en 1999, los aviones de British volvieron a ser pintados con la bandera británica, pero hoy, la antigua compañía británica de bandera, ha anunciado su fusión con la española Iberia y ambas han alcanzado acuerdos de comercialización con American Airlines. El mundo ha cambiado y la imagen “global” que subyacía bajo aquel atrevido cambio en las derivas de cola, aunque inicialmente cercenado, es hoy innovador y visionario.
Ese es pues, pese a quien le pese, el camino.
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