jueves, 11 de abril de 2013

AmAnTes PERfuMaDaS


Lo que más me impresionó de mi primera experiencia sexual compartida fue comprobar que su perfume había también impregnado mi piel.

Aquella noche antes de acostarme me duché. Y no porque me disgustase el olor de aquella mujer sino porque yo era todavía muy joven, vivía en casa de mis padres y las sábanas de mi cama no se cambiaban solas, ni las cambiaba yo.

Creo recordar que aquella noche, mientras me duchaba, cuando me secaba, al meterme en la cama y mientras dormía, fui feliz.

Al despertar busqué en mi cuerpo el olor de ella para comprobar que aquella noche fue de verdad y entonces me entristeció el hecho de haber borrado la evidencia por temor a ser descubierto.

O quizá es que aquella experiencia nunca existió y todo fue, como otras veces, simplemente un sueño. 

Luis Cercós
Pasando el Ecuador, Madrid, 2007