El pasado domingo murió en Madrid el escritor, humanista y economista español José Luis Sampedro, quien ya se había asomado en alguna ocasión a este blog. Un personaje. El escritor Lorenzo Silva, en su blog, La Mirilla, daba así noticia de su fallecimiento. No escribo nada al respeto, porque cuando otro dice lo que yo pienso, y lo hace bien, yo no tengo nada más que añadir.
José Luis Sampedro, que hoy hemos conocido que se murió en la noche del domingo al lunes, después de tomarse un granizado de Campari, dar las gracias a quienes lo acompañaban y quedarse plácidamente dormido. Ha muerto como vivió, con la paz y la serenidad de los hombres justos, limpios y cabales, y no ha querido que se le dijera nada a nadie hasta que sus restos hubieran sido incinerados, cosa que ocurrió esta misma mañana en el cementerio madrileño de la Almudena. Sin figurones que se personaran en la ceremonia a hacer el paripé, después de haberse tenido con él la indelicadeza de enviarle sin ceremonia alguna el cheque del Premio Nacional de las Letras que ganó (más que merecidamente) en el año 2011.
