Ayer supe de la intervención de quien pensé inmediatamente que era un arquitecto de talento y que hoy sé que es en realidad artista de talento: Stefan Eberstadt, 1961, quien antes de ingresar en la Academia de Escultura de Múnich (escultura, 1982-1988), fue aprendiz de carpintero. Completaría sus estudios posteriormente en Londres y en Bath y recibió una beca de la Academia Bávara de Bellas Artes para seguir estudios en Nueva York (1993).
La Rucksack House (Casa-Mochila, 9m2, 25.000 euros de coste de producción y 50.000 euros para la construcción del prototipo) es un proyecto sensacional: añadir espacio a un edificio existente.
El nuevo espacio pende sobre un espacio existente mediante un método perfectamente simple, claro y fácil de entender. Esta opción reactiva la idea de una casa en los árboles de carácter anárquico y construida por uno mismo, si bien en este caso la estructura se coloca de forma más prominente y presenta una ingeniería estructural más estudiada. La percepción preestablecida debe ser desafiada.
La casa-mochila tiene unas dimensiones de 250 x 360 x 250 cm y pretende explorar las fronteras entre arquitectura y arte, pues pese a haberse descrito como una escultura penetrable, esta casa tiene una presencia arquitectónica poderosa e innegable.
Actualmente la labor del arte es influir en el diseño y la estética de las estructuras de nuestro entorno. El arte no puede concebirse como un factor aislado, sino que su deber es desafiar e interactuar con otros ámbitos, entre ellos la arquitectura y el diseño. Para poder existir, el arte debe participar en campos ajenos al suyo propio.
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