domingo, 13 de noviembre de 2011
el TANGO que NOS vienE
Con letra de tango que 20 años no es nada. Lo ha recordado estos días en Madrid Richard Koo, economista jefe del banco de inversión Nomura: si la economía española sigue con los ajustes, le esperan dos décadas perdidas.
No soy economista, pero ya he visto caer a muchos de mis amigos: 4 de cada 10 estudios de arquitectura, la mayor parte de las empresas de restauración que trabajaban en el sector, muchos asalariados del sector, 9 de cada 10 pequeñas inmobiliarias, gran parte de los subcontratistas y muchos trabajadores autónomos. Mientras, el gobierno y la oposición (que invertirán sus roles a partir de las próximas elecciones) siguen emitiendo el mismo discurso: reducción de la inversión. Siempre respondo igual en las tertulias en las que participo: el Estado, las Comunidades Autónomas, los Ministerios, las Direcciones Generales, los Ayuntamientos, …, quizá todos ellos consigan en uno o dos años cuadrar sus cuentas, pero a costa de haber hundido todo el sistema empresarial español: si no hay impulso de la Administración, si el mercado privado está asustado y parado, no hay futuro para un sector que ya huele a muerte.
Japón quebró en 1990 pero su tratamiento fue equivocado. Hoy sabemos que Japón es uno de los lugares más duros del mundo para vivir. Nos dice Koo: los japoneses no supimos ver que el país estaba aquejado de una rara enfermedad económica que se da una vez cada siglo, muy parecida a la que afronta ahora casi todo el Atlántico Norte, cuyas autoridades demuestran a diario que no han aprendido nada de la experiencia previa japonesa. Las consecuencias para Japón fueron dos décadas perdidas: si Europa persiste en su pésima gestión, le queda por delante década y media de crisis.
Richard Koo, que no es español, parece clarividente, pues desde su cabeza japonesa explica lo que sucede como si viviese aquí: “imaginemos un país con una enorme burbuja: al estallar, las empresas y las familias se quedan cargadas de deudas, y por mucho que los tipos de interés bajen a mínimos la gente se olvida de gastar y las empresas de invertir: la obsesión es reducir deudas. Lo mismo le pasa a los bancos: no prestan, se dedican a desendeudarse. Sucedió en Japón y ahora ocurre en Occidente. Se llama recesión de balance”.
El diagnostico es acertado y hasta los que no hemos pisado nunca una escuela de negocios somos capaces de comprender el tratamiento (ya lo aplicó Lula al llegar al poder y Brasil creció como la espuma): solo el sector público puede evitar la agonía.
Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid – Buenos Aires
No soy economista, pero ya he visto caer a muchos de mis amigos: 4 de cada 10 estudios de arquitectura, la mayor parte de las empresas de restauración que trabajaban en el sector, muchos asalariados del sector, 9 de cada 10 pequeñas inmobiliarias, gran parte de los subcontratistas y muchos trabajadores autónomos. Mientras, el gobierno y la oposición (que invertirán sus roles a partir de las próximas elecciones) siguen emitiendo el mismo discurso: reducción de la inversión. Siempre respondo igual en las tertulias en las que participo: el Estado, las Comunidades Autónomas, los Ministerios, las Direcciones Generales, los Ayuntamientos, …, quizá todos ellos consigan en uno o dos años cuadrar sus cuentas, pero a costa de haber hundido todo el sistema empresarial español: si no hay impulso de la Administración, si el mercado privado está asustado y parado, no hay futuro para un sector que ya huele a muerte.
Japón quebró en 1990 pero su tratamiento fue equivocado. Hoy sabemos que Japón es uno de los lugares más duros del mundo para vivir. Nos dice Koo: los japoneses no supimos ver que el país estaba aquejado de una rara enfermedad económica que se da una vez cada siglo, muy parecida a la que afronta ahora casi todo el Atlántico Norte, cuyas autoridades demuestran a diario que no han aprendido nada de la experiencia previa japonesa. Las consecuencias para Japón fueron dos décadas perdidas: si Europa persiste en su pésima gestión, le queda por delante década y media de crisis.
Richard Koo, que no es español, parece clarividente, pues desde su cabeza japonesa explica lo que sucede como si viviese aquí: “imaginemos un país con una enorme burbuja: al estallar, las empresas y las familias se quedan cargadas de deudas, y por mucho que los tipos de interés bajen a mínimos la gente se olvida de gastar y las empresas de invertir: la obsesión es reducir deudas. Lo mismo le pasa a los bancos: no prestan, se dedican a desendeudarse. Sucedió en Japón y ahora ocurre en Occidente. Se llama recesión de balance”.
El diagnostico es acertado y hasta los que no hemos pisado nunca una escuela de negocios somos capaces de comprender el tratamiento (ya lo aplicó Lula al llegar al poder y Brasil creció como la espuma): solo el sector público puede evitar la agonía.
Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid – Buenos Aires
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