En 2002, con motivo del premio Pritzker de aquel año, conocí la obra de su ganador, Glenn Murcutt, un arquitecto australiano nacido en 1936 en Londres (Inglaterra). En contra de lo que ocurre con el resto de ganadores del denominado premio Nobel de la Arquitectura, Glenn Murcutt trabaja solo (a lo sumo con 2 arquitectos más en régimen de pasantía), en una pequeña oficina y con su esposa como única colaboradora permanente.
domingo, 6 de noviembre de 2011
Tocar la tierra ligeramente o diseñar desde la más absoluta austeridad
La reforma de una vieja portería destartalada en un bajo interior de la madrileña calle Hortaleza la estamos afrontando como un proyecto de investigación.
En 2002, con motivo del premio Pritzker de aquel año, conocí la obra de su ganador, Glenn Murcutt, un arquitecto australiano nacido en 1936 en Londres (Inglaterra). En contra de lo que ocurre con el resto de ganadores del denominado premio Nobel de la Arquitectura, Glenn Murcutt trabaja solo (a lo sumo con 2 arquitectos más en régimen de pasantía), en una pequeña oficina y con su esposa como única colaboradora permanente.
Tiene lista de espera y sus viviendas son sencillas. La frase "toca la tierra ligeramente" aprendida de los aborígenes australianos, resume su filosofía.
Cuando recibe un encargo, dice su leyenda (y yo creo que es verdad) que toma su saco de dormir y una tienda y acampa en el solar hasta entablar relación con cada palmo del terreno. Le gusta descubrir por sí mismo el lugar por el que sale el sol, o la zona en la que mejor asentarse.
El caso es que aprovechando la situación económica actual y mezclando la propuesta de Murcutt con un pase del programa de televisión Gran Hermano, se me ocurrió que quizá pudiera vivir en esos 37 m2 durante un tiempo suficiente antes de proyectar su sencilla reforma (al fin y al cabo, un piso minúsculo). Mi objetivo: inmersión total hasta llegar a sentir la necesidad de ir colonizando poco a poco el lugar y transformarlo con muy poco presupuesto en un hogar confortable.
La segunda de las premisas era conceptual: no utilizar albañiles en la reforma. Es decir, tocar la tierra ligeramente.
Por supuesto, antes de acampar en ese bajo, solicité su desinfección y profunda limpieza, 175 euros, 1 día de trabajo de una cuadrilla formada por 3 mujeres. La casa no tiene ducha, calentador ni cocina. Todo eso se diseñará posteriormente. La manera en la que hemos decidido acampar y como nos estamos apañando, 45 días después de iniciado el experimento, lo iremos contando en este blog.
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