Publicado por primera vez en este blog: 4 de noviembre de 2011.
En la película, tras varias votaciones, los cardenales, reunidos en cónclave y aislados del exterior eligen Papa al cardenal Melville (Michel Piccoli). El recién elegido sufre un ataque de pánico inmediatamente antes de ser presentado a la multitud que se congrega en la Plaza de San Pedro. Sus compañeros, incapaces de convencerle de que es el hombre adecuado buscan la ayuda del más celebre psicoanalista italiano, papel interpretado por el propio Moretti.
Tras el fallido psicoanálisis (tanto en la propia historia de la película como en el guión -pues yo al menos espera más del enfrentamiento entre el ateo y el creyente), el nuevo Papa debe enfrentarse solo a sus miedos, sus angustias y sus dudas.
La película naufraga mientras muestra al Papa vagando por Roma y se eleva cada vez que muestra a los cardenales reunidos esperando la decisión del electo, pero evidentemente el tema es trasladable a cualquier otra situación y escenario. ¿Cuántas veces hemos sentido miedo de no estar a la altura de las circunstancias? ¿con nuestros hijos, con nuestra pareja, en nuestro trabajo?
Al fin y al cabo, poderosos y siervos, ricos y pobres, hombres y mujeres, niños y ancianos, lobos o corderos, todos estamos hechos de la misma esencia y, muy recientemente, la manera en que las televisiones mostraron el terror en los ojos del dictador libio en sus últimos momentos de su vida, volvió a demostrarlo una vez más.
O lo que es lo mismo, en palabras de esa religión en la que Moretti y yo fuimos educados: todos somos iguales a los ojos de Dios. Porque aunque ahora estemos alejados del club, no por eso debe suponérsenos en contra de gran parte su corpus documental, que no en lo que posteriormente ha derivado o en la ideología de gran parte, que no de toda, su cúpula.
Luis Cercós (LC-Architects)
Buenos Aires, Argentina - Santiago, Chile