lunes, 17 de octubre de 2011
Otoño en París
Otoño en París. Unos rayos de sol, pocos pero calientes, aparecen y desaparecen entre las ramas de los árboles del jardín que guarda la fachada este de la catedral de Notre Dame, una de las zonas de wi-fi gratuito en la ciudad. Desde ese lugar escribo esta entrada.
Está siendo un día duro, uno de los más duros que recuerdo: malas noticias llegan desde España, casi todas tienen que ver con una situación cada vez más insostenible. Trabajar en un sector herido de muerte es casi inviable. Proyectos que nos prometieron, proyectos que nos adjudicaron, proyectos que se caen. En el mejor de los casos, se posponen. En el horizonte están unas elecciones generales que no resolverán nada, porque el problema no es local sino genérico, pero es inevitable pensar que quizá el enfermo pueda recuperarse.
Cuando las cosas van torcidas para todo el mundo, tendemos a refugiarnos en el mal de muchos, pero en el fondo cada uno de nosotros sabe de memoria, a estas alturas de la película, la lista de cosas en las que se equivocó. Los aciertos, simplemente, han servido para traernos hasta aquí y seguir navegando. Qué ya es mucho en tiempos de hundimientos generalizados. Me gustaría ser optimista, pero hoy, sinceramente, no me apetece.
La semana pasada, un viejo amigo que levantó y perdió rápidamente una gran empresa, me confesó que estaba en tratamiento psiquiátrico porque apenas tiene ganas de levantarse por las mañanas. Otro, me decía entre lágrimas, que su matrimonio se disuelve. Son muchos los que han perdido sus ahorros y la situación no invita a brindar.
En fin, tiempos de lucha. Yo al menos tengo el consuelo de decir en este blog lo que a veces siento.
Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid - París - Buenos Aires
Está siendo un día duro, uno de los más duros que recuerdo: malas noticias llegan desde España, casi todas tienen que ver con una situación cada vez más insostenible. Trabajar en un sector herido de muerte es casi inviable. Proyectos que nos prometieron, proyectos que nos adjudicaron, proyectos que se caen. En el mejor de los casos, se posponen. En el horizonte están unas elecciones generales que no resolverán nada, porque el problema no es local sino genérico, pero es inevitable pensar que quizá el enfermo pueda recuperarse.
Cuando las cosas van torcidas para todo el mundo, tendemos a refugiarnos en el mal de muchos, pero en el fondo cada uno de nosotros sabe de memoria, a estas alturas de la película, la lista de cosas en las que se equivocó. Los aciertos, simplemente, han servido para traernos hasta aquí y seguir navegando. Qué ya es mucho en tiempos de hundimientos generalizados. Me gustaría ser optimista, pero hoy, sinceramente, no me apetece.
La semana pasada, un viejo amigo que levantó y perdió rápidamente una gran empresa, me confesó que estaba en tratamiento psiquiátrico porque apenas tiene ganas de levantarse por las mañanas. Otro, me decía entre lágrimas, que su matrimonio se disuelve. Son muchos los que han perdido sus ahorros y la situación no invita a brindar.
En fin, tiempos de lucha. Yo al menos tengo el consuelo de decir en este blog lo que a veces siento.
Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid - París - Buenos Aires
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario